Conductas disruptivas y autismo

Niña gritando y padre tapándose los oídos
Hay comportamientos de nuestros hijos que nos pueden parecer irritantes. Lo importante es que seamos conscientes de que ellos no deciden que esto sea así y que las conductas disruptivas no son conscientes, no pueden evitarlo. Primeramente tenemos que trabajar en cómo nos afecta esto a nosotros y no perder la calma.

Tenemos que tener en cuenta que todas las conductas (también las conductas disruptivas) que se producen tienen alguna función. Por ejemplo, un niño que aletea, se está autoestimulando. Además, muchas conductas que  tienen los niños son aprendidas, es decir, si un niño no quiere peinarse y para conseguirlo grita y, así no se peina, aprenderá a que consigue las cosas actuando de esta manera.

Otro punto que tenemos que tener en cuenta es que nuestros niños escuchan y sienten. Debemos evitar hablar mal delante del niño. A nadie le gusta que hablen mal de él mismo en su presencia. Además, etiquetar a un niño como “llorón”, por ejemplo, solo conseguirá que tratemos al niño de la manera que creemos que es y, por tanto, su comportamiento se reflejará de forma que confirme esta creencia, en muchos casos en forma de conductas disruptivas.

¿Por qué ocurren estas conductas disruptivas? 

Algo que os suele preocupar mucho es que no entendéis por qué vuestro hijo actúa así. Cuando un niño tiene una conducta explosiva es, claramente, porque está enfadado. Enfadarse (mostrar ira) es adaptativo, al igual que el resto de las emociones. 

Nos enfadamos porque algo que nos rodea nos supone una amenaza y tenemos una respuesta de enfrentamiento o de huida. Lo primordial es determinar por qué ocurren estos enfados. Además, muchos niños con autismo no encuentran la manera de hacernos saber qué les pasa o qué esperan de nosotros, lo que acentúa estas conductas disruptivas. Tenemos que tener en cuenta que muchas de estas «rabietas» pueden ser propias de la edad, no tienen por qué estar asociadas a las dificultades que un niño con TEA suele tener. 

Los motivos pueden ser diversos, ya sea para obtener la información sensorial que el cerebro necesita, por frustración, por dolor, por aburrimiento, por algún problema emocional, por inflexibilidad, por falta de anticipación, para obtener la atención de los adultos, para obtener el objeto que quiere, para evitar una situación que no le gusta, etc.  

No hay dos niños con TEA iguales, así que lo que sirve para uno puede no servir para otro. Pero aquí os dejamos unas pautas que se pueden utilizar en la mayoría de ellos.

Medidas de carácter preventivo

La mejor forma de tratar es una rabieta es prevenirla. Una vez que el niño está enfadado, el proceso será más complicado.

Realizaremos un buen análisis funcional de la conducta para comprender qué está pasando en estas situaciones. Para ello, haremos registros diarios, apuntando qué ha pasado justo antes de la rabieta, qué hora era, en qué lugar estaba, con quién, cómo ha sido la conducta (si ha llorado, se ha tirado al suelo, si ha agredido, si ha gritado…), qué hemos hecho nosotros, qué ha conseguido con esta conducta, cómo ha conseguido calmarse,  etc.

Este registro nos ayudará a entender mejor a nuestro hijo. Además, si no conseguimos ver cuál es el desencadenante, nuestro psicólogo podrá ayudarnos.

Podemos tener en cuenta varios puntos para ayudar a nuestros hijos:

Rutinas: para nuestros hijos con TEA, es muy importante crear estructuras, horarios, rutinas, etc. Para ayudar, podemos crear apoyos visuales como calendarios. Igualmente, habrá que avisar de los cambios y transiciones que se vayan produciendo con antelación.

Adaptar: hay problemas que no sabemos de dónde vienen. Muchos niños con TEA tienen problemas de integración sensorial y pueden tener una crisis sin que sepamos por qué. Esto tendremos que tratarlo a través terapia ocupacional. Además, podemos hacer ciertos cambios en casa para mitigar este malestar. Por ejemplo, un niño que tenga hipersensibilidad visual, puede mostrarse muy nervioso si en el salón hay muchas lámparas con diferentes tonalidades. Podemos ayudarlo cambiando las bombillas de la casa. Un niño que tenga hipersensibilidad auditiva y tenga que ir a un centro comercial, puede usar cascos con cancelación de ruido.

Evitar: Si sabemos que algo va a desencadenar una conducta indeseada, intentamos eliminar o minimizar esa causa. Por ejemplo, antes de cenar suele jugar con sus coches preferidos, así que a la hora de llamarlo para cenar tiene una rabieta. ¿Qué podemos hacer? Realizar una actividad que no le guste tanto justo antes de la cena y utilizar los coches como premio si come muy bien.

Reforzar: cuando nuestro hijo haga algo bien, hay que reforzarlo de manera inmediata, ya sea a través de elogios, fichas, juegos, etc. En el ejemplo de antes, cada día que se vaya a cenar sin enfadarse, le diremos lo bien que lo está haciendo.

Anticipar: las conductas disruptivas en muchos niños con TEA tienen forma de rabietas y suelen aparecer porque no se les anticipa lo suficiente, no comprenden bien las situaciones, qué van a hacer, qué esperamos de ellos, etc. Para minimizar esto, podemos utilizar secuencias temporales o historias sociales con pictogramas. Por ejemplo, el día que vayamos al supermercado le enseñamos una serie de pictogramas donde se vea por ejemplo, que primero vamos a almorzar, luego al supermercado y, finalmente, al parque. También podemos mostrarle que esperamos de él en cada momento del supermercado.

Dinamizar: si ya sabemos que nuestro hijo suele reaccionar mal ante determinadas situaciones a las que lo tenemos que exponer, podemos hacerlo partícipe y que se sienta parte de la actividad. Por ejemplo, si cada vez que vamos al supermercado tiene una rabieta, podemos ir cantando canciones en el coche, dejar que él elija lo que vais a cenar esa noche, que pese la fruta, etc. De esta forma, esa situación no le resultará tan tediosa.

Conductas disruptivas TEA

Estrategias cuando el comportamiento está a punto de aparecer

Desviar: cuando notemos que nuestro hijo está comenzando a enfadarse o a ponerse nervioso, podemos desviar su atención hacia otro estímulo. 

Recordar normas, recompensas y consecuencias: podemos recordar cuáles son las normas que habíamos acordados, qué va a conseguir si se comporta bien y qué va a ocurrir si tiene la conducta indeseada. Igualmente, para niños que tengan un bajo nivel de comprensión, podemos utilizar las historias sociales mencionadas anteriormente.

Estrategias para cuando aparecen las conductas disruptivas

Si no hemos conseguido evitar la crisis, tendremos que tomar otras medidas, teniendo en cuenta que en ese momento, no podrá comprender con claridad que estamos intentando ayudarlos y, que no tiene las suficientes herramientas para manejar sus propias emociones, por lo que puede desembocar en una conducta explosiva, una agresión hacia ti, hacia lo que tiene alrededor, etc. En estos casos, tendremos que tener los siguientes puntos presentes:

  • Mantener la calma: para conseguir que otro se calme, primero tenemos que estar calmados nosotros. De esta forma, tendremos una actitud más empática hacia nuestro hijo.
  • Extinción: si nuestro hijo tiene una rabieta propia de su edad podemos ignorar su conducta, si ésta no supone ningún peligro para él mismo o para vosotros. Esto quiere decir que retiremos toda atención hacia el niño: no mirarlo, dejarle tranquilo, apartarse del lugar donde se encuentre, etc.
  • Conductas agresivas o autolesivas: Primero tendremos que diferenciar entre autolesión y autoestimulación. Si nuestro hijo  se balancea de forma repetitiva pero sin llegar a golpearse, probablemente estará autoestimulándose. Igualmente, es muy importante seguir manteniendo la calma aunque presenciemos autolesiones llamativas como golpes en la cabeza, patadas, tirones de pelo, etc. 

Si la conducta disruptiva que está ocurriendo es muy explosiva, es importante  quitar objetos con los que se pueda hacer daño. También le pediremos a otras personas que se vayan  para evitar que su presencia refuerce la conducta. Como último recurso, si la conducta es peligrosa y se está haciendo daño a sí mismo o a otros, habrá que intervenir físicamente para que esta conducta pare. Esto no significa pegarle, sino contener hasta que se calme. Para ello, le avisaremos verbalmente de lo que vamos a hacer. Luego sujetaremos sus miembros de manera que no pueda hacerse ni provocar daño, impidiendo el libre movimiento.

Proporcionar un lugar seguro para que aprenda a calmarse. Es preferible que tenga elementos sensoriales a su alcance que lo ayuden a autorregularse.

Consecuencias:  si la conducta mostrada ha sido por evitar hacer algo, para evitar que se refuerce y se generalice esta conducta, podemos volver a pedirle que siga haciendo lo que estaba realizando, siempre y cuando esperemos a que esté totalmente calmado. Podemos facilitar su ejecución, siendo menos estrictos, realizándolo a través del juego, durante menos tiempo, etc. 

En Nedea somos conscientes de que las conductas disruptivas pueden ser un reto en el día a día de la familia, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Podemos ayudar a tu peque y también podemos ayudaros a vosotros.

Artículo escrito por Rocío Romero – Neuropsicóloga

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